Ayer domingo (como ya lo mencioné en la Bitácora) ví la película titulada "El Último Rey de Escocia". Además de darme cuenta de por qué Forest Whitaker merecía más el Oscar que Jack Nicholson, pude encontrar aspectos políticos muy interesantes en el filme y quise hacer una reflexión sobre ellos el día de hoy.
Primero que nada encontramos en Idi Amín (presidente de Uganda de 1971 a 1979 y representado por Whitaker) al típico hombre que tuvo una infancia cruel, que vió los problemas de pobreza, hambre, desigualdad, entre otros, que vivía su pueblo y que sube a la presidencia luego de un golpe de estado para subsanar todas esas irregularidades y salvar a Uganda. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que una persona que llega a un puesto en el poder con toda la intención de apoyar a su pueblo, se transforme en un demente saqueador de la riqueza para beneficio suyo, de sus allegados y familiares, dejando de lado a su país? Como ven, este punto no es exclusivo de México y la respuesta que se me viene a la mente en este instante es que el poder es una enfermedad terrible de la que no hay cura y a la que son muy vulnerables los gobernantes.
Por otro lado, un aspecto que me pareció sumamente interesante y que podría explicar el hecho de que en África y el medio oriente haya tantas guerras y levantamientos, es el hecho de que detrás de los gobiernos de esos países siempre están los intereses de poderosos que son los que financían las guerras para derrocar a los gobernantes cuando éstos fijan políticas que ya no convienen a sus intereses. El gobernar bajo condiciones y normas tan estrictas no es gobernar. El estar amenazado por embajadores y diplomáticos extranjeros cuando uno realmente quiere ayudar a su país, imagino que es extremadamente incómodo.
La película no lo narra así, pero creo que lo más seguro es que Amín tuviera buenas intenciones para con los ugandeses. Sin embargo la presión de los ingleses (que de una u otra forma tuvieron que ver para que llegara al poder) y los problemas graves de los países aledaños, hicieron que el presidente de Uganda se volviera loco y enfocara su energía del modo incorrecto.
Haciendo la relación Uganda-México, quisiera imaginar que los gobernantes de nuestro país tienen buenas intenciones para con los mexicanos puesto que ellos también lo son. Desgraciadamente estamos demasiado cerca de un coloso con muchos intereses y al que le brillan los ojos al ver nuestra riqueza natural y cultural. Si a esto le sumamos la enfermedad terrible que mencioné arriba y la ignorancia de la persona, nos encontramos con otro Idi Amín dispuesto a todo para acallar revueltas en su contra y justificar el uso del ejército para combatir la violencia.
¿Qué nos depara el destino?, ¿qué será de México en unos años? Si educamos a las nuevas generaciones para que no sean dejados ni agachones como las actuales, hacemos que conozcan sus derechos y obligaciones, sus leyes, podrán actuar sin miedos y exigir que los que estén en el poder cumplan no sus promesas sino sus obligaciones, ya que su trabajo es velar por el bienestar de la nación en todos sus rubros.
Primero que nada encontramos en Idi Amín (presidente de Uganda de 1971 a 1979 y representado por Whitaker) al típico hombre que tuvo una infancia cruel, que vió los problemas de pobreza, hambre, desigualdad, entre otros, que vivía su pueblo y que sube a la presidencia luego de un golpe de estado para subsanar todas esas irregularidades y salvar a Uganda. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que una persona que llega a un puesto en el poder con toda la intención de apoyar a su pueblo, se transforme en un demente saqueador de la riqueza para beneficio suyo, de sus allegados y familiares, dejando de lado a su país? Como ven, este punto no es exclusivo de México y la respuesta que se me viene a la mente en este instante es que el poder es una enfermedad terrible de la que no hay cura y a la que son muy vulnerables los gobernantes.
Por otro lado, un aspecto que me pareció sumamente interesante y que podría explicar el hecho de que en África y el medio oriente haya tantas guerras y levantamientos, es el hecho de que detrás de los gobiernos de esos países siempre están los intereses de poderosos que son los que financían las guerras para derrocar a los gobernantes cuando éstos fijan políticas que ya no convienen a sus intereses. El gobernar bajo condiciones y normas tan estrictas no es gobernar. El estar amenazado por embajadores y diplomáticos extranjeros cuando uno realmente quiere ayudar a su país, imagino que es extremadamente incómodo.
La película no lo narra así, pero creo que lo más seguro es que Amín tuviera buenas intenciones para con los ugandeses. Sin embargo la presión de los ingleses (que de una u otra forma tuvieron que ver para que llegara al poder) y los problemas graves de los países aledaños, hicieron que el presidente de Uganda se volviera loco y enfocara su energía del modo incorrecto.
Haciendo la relación Uganda-México, quisiera imaginar que los gobernantes de nuestro país tienen buenas intenciones para con los mexicanos puesto que ellos también lo son. Desgraciadamente estamos demasiado cerca de un coloso con muchos intereses y al que le brillan los ojos al ver nuestra riqueza natural y cultural. Si a esto le sumamos la enfermedad terrible que mencioné arriba y la ignorancia de la persona, nos encontramos con otro Idi Amín dispuesto a todo para acallar revueltas en su contra y justificar el uso del ejército para combatir la violencia.
¿Qué nos depara el destino?, ¿qué será de México en unos años? Si educamos a las nuevas generaciones para que no sean dejados ni agachones como las actuales, hacemos que conozcan sus derechos y obligaciones, sus leyes, podrán actuar sin miedos y exigir que los que estén en el poder cumplan no sus promesas sino sus obligaciones, ya que su trabajo es velar por el bienestar de la nación en todos sus rubros.
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